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Resumen:
Las investigaciones sobre trabajo y empleo, desde los años 80, han estado marcadas decisivamente por las reformas estructurales neoliberales conducidas por los Estados Nacionales, Agencias internacionales y Estados dominantes para promover particularmente intereses de corporaciones industriales y financieras transnacionales, a través de procesos de reestructuración productiva y rediseño social con la aplicación de rigurosas regulaciones gubernamentales. Asimismo, en América Latina y el Caribe se han registrado ensayos regulatorios post-neoliberales en la primera y parte de la segunda décadas del siglo XXI, inéditos precedentemente, pero convulsionados en la actualidad por las tensiones que generan retroacciones gubernamentales, todo lo cual configura una problemática compleja, en la que se expresan intensas tensiones multifactoriales.
La modulación de la fuerza de trabajo y las fuerzas productivas articuladas en el contexto global, han pasado históricamente por diversidad de etapas, con imposición de reformas laborales neoliberales ya sea mediante procesos dictatoriales en los años setenta y su investiduras democráticas en los años noventa, como en sus características multifacéticas actuales entre cuyas dimensiones productivas y de poder se destacan: la flexibilización de la fuerza de trabajo, entornos de privatización de bienes comunes y empresas públicas, la importancia del capital financiero, endeudamiento público y tributación forzada, la preeminencia de los servicios y con esto la emergencia de nuevos trabajos. Así, como la expulsión de fuerza de trabajo y consecuentes olas inmigratorias igualmente forzadas. Dicho sistema capitalista con hegemonía neoliberal se ha estructurado durante este medio siglo con un tipo de modulación gubernamental de acumulación que lo singulariza históricamente.
A la vez que asistimos al resurgimiento de resistencias de movimientos sociales del más amplio espectro, donde se destacan reivindicaciones ya sea de tipo clasista, étnica, feminista, eleccionaria e intelectuales, como también bregan por la memoria histórica, la verdad, la ética, la equidad y la justicia. Todas ellas revelan en su diversidad coincidencias para interpelar las matrices intelectuales en las que se basa el modelo ideológico hegemónico. En retroacción, se registra en el continente fuerzas conservadoras cuyas bases de poder amenazan regresar a prácticas de Estados de excepción. En síntesis, la restructuración productiva, la flexibilización laboral junto con el desarrollo científico-tecnológico, la preeminencia de los servicios y la emergencia de nuevos trabajos conducidos por el capital internacional y sus empresas transnacionales, se invisten con diversidad de peculiaridades nacionales destinadas al proceso de reproducción y acumulación del capital, dando continuidad histórica de larga duración a formas de dominación de la fuerza de trabajo, absorbiendo la dirección de las fuerzas productivas en su más alto grado que sintetiza “la colonialidad del poder”.
El encuentro, el debate y el intercambio de saberes en el espacio del Grupo de Trabajo colaborará en incrementar nuestra común vocación por comprender adecuadamente el mundo del trabajo y el desarrollo de las fuerzas productivas, por ello alentamos y necesitamos vigorosas, rigurosas y sistemáticas Ciencias Sociales del Trabajo y una Sociología Laboral crítica, contextual y colectiva. El contexto actual, con la denominada Cuarta Revolución Industrial (Foro Económico Mundial), sobre la cual se han estructurado- y siguen mutando en la actualidad- los procesos productivos, gracias al exponencial desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TiCs), ahondan las asimetrías norte-sur en campos tales como los bélicos, espaciales, satelitales, hardware y software, biotecnología, nanotecnología, inteligencia artificial, el internet cuántico, la farmacología alopática, la cibernética avanzada, los nuevos materiales, etc. Para desarrollar estas tecnologías disruptivas se crean sectores productivos intensivos en uso de conocimientos (fuerza de trabajo altamente especializada). En paralelo, existe una población trabajadora con fracciones extinguibles o marginadas por diversos motivos: descalificación, clase-etnia-género-territorio, grupos generacionales. A su vez, se registran formas de precariedad laboral extrema, en los procesos de maquila y transformación “líquida” de los enclaves y enlaces productivos, en sectores textiles, calzado, alimentos, agro-exportación, donde el trabajo es frágil, inestable, versátil, desgarrador.
Cabe poner especial atención en la etapa actual, el impacto de la “Pandemia Covid 19”, cuya implosión global ha colocado en interrogante no sólo las políticas sanitarias sino el propio sistema de acumulación, así como las crisis atribuidas a las formas de producción del “antropoceno”. Dichas interrogaciones le caben sin duda también a las Ciencias Sociales del Trabajo. Con ello, no sólo estaremos respondiendo científicamente a nuestro campo de análisis, sino también y especialmente a las temáticas centrales con que se nos convoca, entre estas la pandemia y sus repercusiones en el mundo del trabajo
En este replanteo cabría volver sobre debates centrales de nuestros acervos y sus conceptualizaciones, tales como los referidos a los significados polisémicos del “trabajo transformador” (bio-político) o al oxímoron “trabajo mercancía” (necro-político) y la emergencia de nuevos trabajos como el cognitivo, emocional, estético, no clásico. También cabría volver sobre la configuración de la fuerza de trabajo y la distribución de su producto, sin dejar el contexto de los desafíos contemporáneos tales como: la retracción o aceleración de las fuerzas productivas, el ingreso salarial y/o la renta básica universal e incondicional, la perpetuación de la depredación eco-social, así como enajenación o apropiación laboral de la progresión científico-tecnológica.
Otro punto relevante que estudiar es cómo la precarización laboral afecta la salud y las condiciones de trabajo de múltiples grupos de asalariados rurales y urbanos. A los clásicos riesgos vinculados a las crecientes exigencias físicas, se le agrega la temática de los riesgos psicosociales ligados a los cambios en los paradigmas productivos. El análisis de la realidad latinoamericana muestra diferentes formas de articulación entre la organización del trabajo y la seguridad. Estas dificultades se traducen en diferentes planos, entre los cuales podemos mencionar la subordinación de la seguridad a la lógica de la productividad, generando fuertes presiones hacia la normalización del desvío como mecanismo de ajuste entre las normas de seguridad y las normas técnicas de producción. En otros casos asistimos a políticas que no se sustentan en normas de funcionamiento consensuadas entre los actores, lo que genera el desarrollo de múltiples acuerdos tácitos para llevar adelante el trabajo, sustentados en la fragilidad de los intercambios informales. También se verifica la presencia de modelos artesanales de seguridad, centrados en la exposición al riesgo como factor de aprendizaje, sustentados en el conocimiento de oficio de los trabajadores, que colma la ausencia de formas de regulación técnica eficaces.
Es perentorio así continuar observando, describiendo y analizando exhaustivamente el contexto global y local de las dinámicas productivas, los movimientos sociales y laborales emergentes, utilizando perspectivas teóricas tanto clásicas como contemporáneas, haciendo investigaciones de campo e insistiendo en la praxis intelectual que contribuya al cambio social desde una perspectiva creativa, autónoma y liberadora latinoamericana y del Caribe.
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