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Resumen:
La alimentación es vital para la vida y su reproducción, constituyendo un fenómeno clave para abordar el entramado socio cultural y sus tensiones internas: las desigualdades sociales. El hambre es una de las principales muestras de exclusión social a lo largo de la historia que adquiere nuevas formas desde finales del siglo XX porque se combinan la carencia (desnutrición) con el exceso (obesidad). El análisis de las problemáticas alimentarias demanda una mirada atenta por parte de las ciencias sociales, estimulando dialogos desde perspectivas inter y transdisciplinarias con el objetivo de alcanzar tanto la seguridad como la soberanía alimentaria.
América Latina y el Caribe se caracterizan por su diversidad biológica y cultural donde prácticas ancestrales conviven con la expansión de las empresas agroindustriales transnacionales. Los sistemas alimentarios –tradicionales, ancestrales y modernos- que impactan en la salud física, ambiental y social de las poblaciones pero también producen
cambios ecológicos, socioeconómicos, políticos, religiosos, tecnológicos y culturales que van desde la escala local a los fenómenos globales. Los alimentos ultraprocesados tienen cada vez más participación en las dietas del Sur Global, afectando los vínculos sociales que aúnan a productores con consumidores e incrementando los problemas alimentarios en sus distintas vertientes como consecuencia del desarrollo compulsivo del capitalismo. Por su parte, las políticas públicas no siempre pueden lograr la seguridad ni la soberanía alimentaria para que la alimentación sea un factor de inclusión social. Un accionar estatal que no puede adecuarse a los contextos locales/regionales refleja el debilitamiento de nuestras culturas alimentarias y es un desafío pendiente para los policy makers.
La tensión entre la mayor incidencia de la malnutrición y el derecho universal a una alimentación culturalmente apropiada es un elemento clave para definir a las sociedades latinoamericanas y del Caribe. El hambre no es sólo una cuestión técnica que se resuelve incrementando la oferta y mejorando las vías de distribución, sino que es un problema social que afecta tanto al ser humano como al ambiente. Es así como la identificación, caracterización y valoración de las cocinas locales y regionales, las identidades culinarias y la revitalización de los lazos entre productores y comensales son una tarea impostergable y sustentable al agronegocio como el sistema dominante que produce muchas calorías a bajo costo en alimentos ultraprocesados pero genera pobreza, exclusión social y nuevas formas de hambre. La revalorización de los procesos históricos complejos busca el reconocimiento, la defensa y promoción de las culturas alimentarias locales y sus saberes asociados como alternativas viables.
Las 8 líneas temáticas que conforman este Grupo de Trabajo proponen un diálogo colectivo sobre diferentes facetas sociales de los alimentarios, las cocinas y sus realidades complementarias. El objetivo es abordar de forma crítica las principales problemáticas que enfrentan América Latina y el Caribe para alcanzar la soberanía y seguridad alimentaria en nuestros propios términos a partir del respeto a las identidades sociales heterogeneas, reafirmando las tradicionales y promoviendo innovaciones. Una tarea que requiere de una perspectiva transdisciplinar y pluralista que resulta en un abordaje descolonial donde la alimentación, las culturas alimentarias, los sistemas tradicionales/agroecológicos de producción, las tecnologías, las políticas públicas y las cocinas locales/ regionales sean un factor de inclusión social. En un mundo global, el problema del hambre demanda soluciones alimentarias viables en defensa de la vida, los territorios, el medio ambiente y las identidades culturales para el desarrollo local, inclusivo y sustentable.
Líneas Temáticas: